2020-09-23 / SALUD / Con información de Muy Interesante

Aunque a primera vista lucen más sofisticados, los cubrebocas de válvulas son un riesgo para la salud pública y han sido prohibidos en distintos estados.

Los cubrebocas se han convertido en un objeto de primera necesidad.

A pesar de que al principio de la pandemia la Organización Mundial de la Salud (OMS) se mantuvo reticente a recomendar las mascarillas como parte de las medidas de prevención, la evidencia científica de su efectividad para reducir contagios los coloca al mismo nivel que el lavado de manos y el distanciamiento social.

Aunque parece evidente, la función principal del uso de cubrebocas no es evitar que las personas sanas inhalen el virus, sino impedir que las gotículas de los enfermos de COVID–19 (especialmente los asintomáticos) salgan expulsadas al respirar, durante la tos o el estornudo.

A partir de este principio, la idea detrás del uso masivo de cubrebocas en el espacio público es limitar las partículas del virus para frenar las infecciones. De ahí que en distintas latitudes sea un requisito para entrar a supermercados, transporte público, oficinas y otros espacios cerrados.

La universalización de estas medidas ha traído consigo un abanico de cubrebocas tanto caseros como comerciales que varían en diseño, comodidad y la protección que ofrecen a quien lo usa y su entorno.

 Y aunque la OMS ha recomendado un mínimo de capas, los materiales ideales para filtrar las partículas y hasta instrucciones de cómo lavarlos, existe un modelo de cubrebocas que no cumple con su cometido y ha sido prohibido por aerolíneas, parques de diversiones y distintas regiones del mundo por su ineficacia: los cubrebocas con válvulas.

A primera vista, los cubrebocas FFP2 o FFP3 con válvulas (o similares inspirados en estos modelos) parecen más sofisticados que el resto: no sólo son más amplios que los N95, sino que poseen una válvula al costado que en teoría, funciona para dejar escapar el calor y reducir la humedad cuando se usa por tiempos prolongados.

Sin embargo, la característica que los hace más cómodos es la misma que limita su eficacia para prevenir contagios.  

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